
Hoy fuimos a Tepoztlán, después de decidirlo en el desayuno, nos bañamos en cuestión de minutos y cuando volví a tomar consciencia ya estábamos en el camión, $7.50 de Ocotepec a Tepoztlán, yo me llevé mi libro para leer en el camino pero con tanto brinco que el vehículo sin amortiguadores lo que pude leer fue mi naúsea provocada por el movimiento.
Tardamos más en llegar al centro que en lo que hicimos de Ocotepec a Tepoztlán, bajadas de miedo y calles estrechisímas que me hicieron pensar en besar la tierra cuando descendimos del camión.
Como es martes no habían puestos, solo uno que otro artesano pérdido en la pobreza, vimos artesanía hindú, fue lo único, mejor dicho que vimos, yo tenía pensado en comer en el mercado y dejar descansar a mi suegra con la comida. Llegandito al mercado vimos una tienda con artesanía adornada con la cara de Frida Kahlo, Venus nos dijo:"-no, no entremos aquí, que vamos a salir pedos" y como fue. Nos dieron una cosa que se llama tequizcrema, unas cremitas de licor deliciosas, nos dieron de nuez, de piñon y de melón, salimos con grandes sonrisas, botella en mano y de pilón mermelada de frambuesa hecha en la región.
Pasamos por el mercado, cuando me percaté de la presencia de ella, era una mujer sin edad, de essa mujeres que se guardan los años en el alma, toda vestida de negro con la mirada profunda y lenta. De inmediato supe que era vampiro y se lo dije a Venus, "-mira es una vampira" y me contestó:- ¿quién? ¿quién?, después de ver de quién hablaba, me dijo:"-wey me cae que sí"
Nos distrajimos por un instante, tratando de decidir donde comeríamos, yo no dejaba de pensar en lo bellas que son las flores de calabaza. Fueron unos segundos, exclamé:"-¿Dónde se fue?" la vampira había desaparecido ante mis ojos, Venus estaba sorprendido y me veía con un tono de reproche, como si me reclamara que por mí el había notado a la mujer y ahora no podía darle una explicación lógica de su desaparción.
Yo como si nada tomé asiento en el puesto de quesadillas, pedimos tlacoyos de requesón, quesadillas de hongo con queso y de flor de calabaza, un refresco de medio litro para los dos y mis suegros prefirieron no tomar nada, con un servicio lentisímo y confuso, como lo es en pueblos sin prisa, no nos trajeron las servilletas y después de las tantas nos dijeron que la flor de calabaza ya se les había acabado y que más bien nos conformaramos con las dos quecas que nos habían traído.
Compramos helado en Tepoznieves, que se han hecho famosos de lo colorido de sus establecimientos y de sus originales nombres de sus sabores, tomé uno doble de
reina de la noche con
canto de sirenas y es que a eso sabía.
Ya planeabamos regresar y nos dimos cuenta que teníamos que tomar una combi al corralón y de ahí salen los que van a Ocotepec, nos dio hueva hacer toda la vuelta y contratamos un taxi, hablamos de regreso de las hermanas de mi mamá, dos de ellas que murieron antes de los 35 y de aquella que a sus 77 años esta pensando en venir a visitar a mi mamá aquí en México. Sin embargo, mi mente estaba todavía en la vampira, pensaba en que yo no pondría resistencia alguna me entregaría gustosa a sus fauces, pensaba en cómo será tener una vida de inmortalidad.